CONOCIENDO
SOBRE LAS TAA (Terapia Asistida por Animales)
Volver a mirar atrás y ver de dónde venimos,
sentirnos parte
con la naturaleza, ser, al fin y al cabo,
animales.
Y así comienza mi justificación sobre este
tipo de terapias, con la TEORÍA DE LA BIOFILIA formulada por el biólogo E.
O. Wilson en 1984; teoría que defiende la conexión que tenemos con la
naturaleza, conexión innata que aunque creamos que no tenemos, está en nuestro
genoma.
Un ejemplo de ello es la necesidad de esas
zonas verdes en las grandes ciudades, esa plantita que nos acompaña en nuestra
mesa de trabajo, esa mascota que la sentimos parte de nuestra familia, ese
bienestar que sentimos al desconectar en un bosque, en una playa…
En las TAA, el animal actúa como parte
integral de la intervención, el objetivo de estas sesiones es la de
promover una mejora física, social,
emocional y/ o cognitiva. Se hace imprescindible la presencia de un profesional de la salud que lleve a
cabo el registro y evaluación de las sesiones.
Ésta teoría propone que el contacto con
animales favorece la seguridad para muchas personas, sirviendo como potenciador
del mantenimiento de la atención, la codificación de los recuerdos y la
organización de los pensamientos.
La inclusión de
intervenciones asistidas por animales pueden facilitar tanto el desarrollo y
entrenamiento de habilidades de comunicación no verbal -el contacto visual, la
expresión facial, las posturas, la distancia social y el uso de gestos- como de
habilidades lingüísticas y paralingüísticas que incluyen aspectos relacionados
con el tono de voz, el volumen o la claridad del discurso (Spence, 2003).
Entre los beneficios más destacados de
incorporar animales a nuestras intervenciones como profesionales de la salud
encontramos:
- Creamos un clima agradable favoreciendo la
disminución de estrés y excitación, hay estudios que han demostrado cómo se
reduce de forma significativa la presión arterial y frecuencia cardiaca. El
perro produce un efecto de calma y promueve un sentido de seguridad (Fine,
2010; Gutiérrez, Granados & Piar, 2007; Walsh, 2009.
- Mejorar de aquellos aspectos cognitivos, motricidad,
emocionales y sociales.
- El animal actúa como catalizador de
emociones; las personas se sienten más cómodas al hablar con el animal,
facilitando de esta forma la identificación y su correcta utilización de los sentimientos.
- En aquellas personas que son menos propensas
a colaborar en las sesiones, el perro ayuda al profesional a parecer una figura
más cercana y menos amenazante, actuando como puente facilitando la conexión
entre ambos.
Las
personas que van acompañadas por un perro son percibidas como más amigables,
simpáticas y sociales (Walsh, 2009).
- Se sabe que el
maltrato hacia pequeños animales, es un importante indicador de violencia
futura hacia otras personas, por ello se fomenta la empatía y control de conductas violentas
que pudieran surgir hacía otras personas o animales presentes en las sesiones.
Incorporar
el perro de terapia como objeto transicional, puede ayudarnos a apoyar los
objetivos terapéuticos y mejorar el funcionamiento psicosocial de los menores
(Krufer & Serpell, 2006).
- Actúa positivamente en aquellos problemas
depresivos y de autoestima, mejorando la calidad de vida e incluso la mejoría
de algunas enfermedades.
- Hay estudios
que demuestran las mejoras
significativas en el dolor, el estado de ánimo, y otras medidas de angustia
entre los pacientes después de la visita de los perros de terapia.
Para
finalizar, hay que añadir que uno de los principales problemas es la desinformación
de sus beneficios y aplicaciones; en España aún es muy novedoso, aunque en los
últimos años ha ido creciendo dado a los buenos resultados que se están
obteniendo y sobre todo porque quienes lo conocen de primera mano reclaman una
mayor proporción y normalización de este tipo de terapias.